REFLEXIONES SOBRE EDUCACIÓN por Ernesto

viernes, julio 14, 2006

¿Cómo explicar la muerte a los niños ?

Una tarea inevitable, que en cualquier momento se presentará, y en la que pocos pensamos. Sin embargo, hay formas y formas de explicar la muerte a los más jóvenes...



Tal vez, una de las lecciones más difíciles que un padre debe enseñar a sus hijos es la lección de la vida y la muerte. Seguro que va a suceder –un miembro de la familia, un amigo o una mascota morirá-, pero ¿cuál es la mejor forma en que un padre puede explicarlo sin asustar a sus hijos? Por otra parte, ¿los chicos deben enfrentar el dolor de conocer la verdad?
Decir o no decir
Los expertos concuerdan en que la mejor forma de tratar el tema de la muerte –sin importar la edad del niño- es diciendo la verdad.
Muchos padres esperan proteger a sus hijos del dolor que ellos mismos están experimentando, diciéndoles que el pariente se ha ido de viaje o la mascota ha escapado. Sin embargo, los chicos tienen la capacidad de absorber las emociones de los demás, y podrían volverse inseguros en lo que se refiere a la posible “desaparición” de un ser querido.
Compartir tu dolor contándole a tu hijo que la mascota o un ser querido ha muerto, les permitirá a ellos también apenarse por el hecho. Si se explica que la persona o la mascota estaban viejos o enfermos, entonces el chico no se culpará por la pérdida.
Mientras que no tengas que entrar en detalles, deberías explicar que enfermedades como esas no son comunes y que es muy poco probable que alguno de ustedes la padezca. Si el fallecido era un anciano, dile a tu hijo que no se preocupe, que tú andarás dando vueltas en este mundo todavía por un largo rato.
Si la mascota muriera a causa de su edad avanzada, asegúrate de explicar que los animales no viven tanto como los seres humanos.
La frase adecuada
En este punto, ya sea que entres o no entres en detalles acerca de tus creencias religiosas, trata de no utilizar eufemismos que puedan confundir al chico. “Pasó al más allá”, “se fue a dormir” o “está bajo tierra”, a menudo, son frases que podrían asustar al niño, incluso creándoles la impresión de que podrían morir durante el sueño.
Tú quieres evitarles esta experiencia, aunque es poco probable que puedas evitar que sientan tu pena. Es necesario que los niños sepan que no son responsables por los acontecimientos ni por tu tristeza.
Haciendo de tu explicación algo simple y honesto, lograrás remover el miedo a la vez que dejas que el niño reconozca sus sentimientos. Prepárate para cualquier tipo de respuesta y no fuerces tus expectativas sobre él. Los chicos muy pequeños suelen responder más ante la tristeza de los padres que ante el evento en sí.
Asimismo, los niños son concientes de los cambios en las rutinas. Hacer la menor cantidad de cambios posible, les ayudará a sobrellevar y les enseñará que la vida continuará, y que con el tiempo, el dolor desaparecerá.

miércoles, julio 12, 2006

PASOS PARA CONSOLIDAR UN HÁBITO DE TRABAJO EN CASA

¿Cuándo utilizar este procedimiento?
- Si al niño le cuesta ponerse a hacer sus deberes sin tener que recordárselo
- Si los maestros no están satisfechos con los deberes que hace en casa el alumno
- Si los niños se distraen excesivamente con la televisión, el ordenador u otros juegos

Pasos a seguir
1.- Limitar el uso de la televisión
- Reducir el número de televisores en casa
- Dejar de ver la televisión durante las comidas de la familia
- Seleccionar los programas y las horas en las que se va a ver la televisión
2.- Hacer la lectura más importante que ver la televisión
- Llevar a los niños una o dos veces por semana a la biblioteca pública
- Sacar libros tanto para los niños para los padres
- Hacer de la lectura conjunta de padres e hijos una tradición familiar
3.- Establecer una hora para hacer los deberes en casa
- Escoger la misma hora cada día desde el lunes hasta el viernes para que el niño haga los deberes o lea
- Establecer la duración de la hora de deberes en función del curso y las necesidades particulares del niño
4.- Escoger un lugar adecuado para hacer los deberes
- Buscar un lugar silencioso, cómodo y aislado
- Disponer los materiales necesarios
5.- Explicar al niño el plan previsto
- Explicarle por qué se ha tomado esta decisión
- Explicarle lo que se considerará "una buena hora" de deberes
- Explicarle las ventajas que tendrá hacer "una buena hora" de deberes
6.- Realizar alguna actividad tranquila durante la hora de deberes del niño que le sirva como modelo: leer, escribir…
7.- Recompensar al niño cuando haya tenido "una buena hora" de deberes permitiéndole ver la televisión o realizar alguna otra actividad agradable
8.- Hacer un seguimiento regular del plan para introducir los ajustes necesarios

ORIENTACIONES PARA PADRES CON HIJOS DE ADOLESCENTES (12-16)

Sus hijos están ya en la adolescencia. Esta etapa supone un paso importante entre la niñez y el mundo adulto. Muchos padres cuando llega la adolescencia se encuentran con un niño/a que ha dejado de serlo y no saben como actuar ante: muestras de inconformismo, desobediencia, actitudes de salirse con la suya, engañar un a los padres ocultando cosas, no hacerles caso y hacer mucho más caso a los amigos/as, problemas con la ropa, salir por la noche, salir con chicos/as etc.

Para empezar a trabajar con un adolescente debéis partir de dos elementos: cómo es vuestro hijo/a y cómo actúan los adolescentes. Todos los aspectos que he destacado al principio son frecuentes y normales, siempre que no sean exagerados, por ejemplo... que se enfaden frecuentemente con los padres, porque no les dejamos hacer alguna actividad, es normal, pero si se enfada con insultos o mucha agresividad ya no es tan normal. Una reacción así puede nacer, por ejemplo, por haber estado muy consentido/a o sobreprotegido (ha hecho un poco lo que le ha dado la gana) o que vosotros (padres) sois muy duros y no le dejáis hacer casi nada.

El adolescente busca seguridad en su pandilla, aunque estas son todavía poco estables. Necesita menos afecto de los padres (pero si apoyo y comprensión) y busca su independencia... en este camino el chaval/a debe aceptar la autoridad paterna, pero debemos dialogar y negociar más que antes (ya no sirve eso de “porque lo mando yo”). También debemos hacer entender al joven cuando sus razonamientos son sensatos y cuando no (no es fácil, pues sólo piensan en el presente).

En este momento de la vida del joven, las madres y los padres se pueden ver desbordados, así que necesitaréis mucha ayuda mutua. Si el padre (o madre) no ha estado muy implicado en la labor educativa, su presencia "sólo" para controlar, puede provocar actitudes de rechazo del adolescente. Por eso, madre y padre deben ponerse de acuerdo en su estilo de educar (normas y límites del hogar). Los padres deben apoyarse y razonar lo que pasa con el hijo/a... la madre suele ser más contemporizadora y el padre más duro... pero la idea o norma debe ser la misma. Por ejemplo, "si debe venir a casa a las 10 de la noche, se debe cumplir... si hay una fiesta especial se puede decidir que venga a las 11", pero esta decisión debe ser hablada. Si se cambia mucho de opinión o cada uno le dice una cosa, se irrita innecesariamente a los chicos. Con la edad, hay que ir cambiando esas normas, dado que lo importante es que los chavales tengan su propio autocontrol.

La prioridad de los padres debe ser: buscar que el adolescente sea RESPONSABLE de sus estudios (amigos y ocio) cada vez más y que cumpla los acuerdos y normas familiares (que debe conocer bien)... para que poco a poco sea él, el que se controle y organice (empezando por su cuarto, estudios, paga semanal, horarios de entrada y salida etc.).

Las muchas solicitudes o demandas de su hijo/a deben ser filtradas por dos factores: ser razonables y justas, en relación a su edad y a su responsabilidad. Rechazar presiones o chantajes y no dar falsas esperanzas... se puede negociar y llegar acuerdos pero estos deben ser totalmente cumplidos. Tampoco debemos hacerles chantajes afectivos (ej. No decir a su hijo/a: "cómo me haces esto a mí, con lo que yo te quiero").

Querer a un hijo/a adolescente ya no debe basarse sólo en besos y abrazos, sino en dialogo y aprecio por lo que el joven piensa y hace. Educar es más que querer, aunque a veces el chico/a no entienda nuestras razones y se enfade.

El amor debe ir unido al respeto, no se debe perder el respeto a un hijo/a, pero tampoco permitir que él/ella nos pierda el respeto. No se gana nada con los gritos y reproches. Cuando vuestro hijo/a se empiece a ponerse tonto, se le dice lo que debe hacer y uno se va de la habitación donde se esté con él, no le enseñemos a “dialogar” a gritos.

Un adolescente necesita limites, más amplios y flexibles pero igualmente claros que cuando era un niño/a. Negociar no es malo, siempre que el chaval acepte los acuerdos y no se los salte. Debemos valorar su responsabilidad y premiarla. Si se pasa, debe ser castigado, normalmente con el "dinero y el tiempo en la calle", pero nunca quitarle todo, sino una parte de la paga o el tiempo de amigos o juegos (para que realmente valore el castigo). No castigar con tener que estudiar más horas (no lo hará), ni premiar con regalos por las notas; estudiar es su obligación y una parte de su futuro, él/ella debe valorar su importancia. Los premios y regalos deben basarse en la madurez y esfuerzos que realiza en su comportamiento en general.

ALGUNAS ORIENTACIONES PARA MEJORAR LAS RELACIONES CON SU HIJO/A:

Hay que explicar las razones que tenemos para oponernos a algo o castigarlos.

Debemos escuchar cuidadosamente antes de decidir sobre lo que nos piden.

Debemos seguir preparándolos en los hábitos domésticos (limpiar, fregar...) y rutinas personales (higiene personal y de su cuarto).

Analizar más QUÉ hace, que POR QUÉ lo hace... siempre nos preguntamos por qué, pero a veces las respuestas no son fáciles... es mejor saber qué hace el joven para apoyar o desalentar una conducta concreta.

Debemos ser positivos, hacer que la responsabilidad que le pedimos sea sinónimo de educación, sensibilidad, organización y sensatez.

Debemos elogiar más que castigar.

Sea prudente, pero sobre todo, constante, no se rinda fácilmente.

Formule sus peticiones de forma CLARA, FIRME Y SEGURA. Los adolescentes suelen cebarse con los padres demasiado inseguros. Cuando su hijo/a no quiera hablar pregúntele ¿Cuándo podrán hablar con él/ella? No le obliguemos.

Evite caer en comentarios hirientes o irónicos. No dé importancia a esos comentarios de su hijo/a, a no ser que sean graves.

Si se ha equivocado reconózcalo rápidamente y sin tapujos.

Evite desacuerdos con su pareja delante de los adolescentes.

Dígale a su hijo/a exactamente lo que debe hacer y lo que no, cuando le pedimos algo.

Delegue en él/ella responsabilidades de la casa.

Haga que el adolescente participe en las discusiones o reflexiones familiares.

Hable a su hijo/a adolescente de cómo se siente ante los sucesos de la vida, de sus preocupaciones y de cómo les van las cosas.

Evite poner etiquetas a sus hijos (“mi hijo es un/a .........”)

No deje de exigirle en aspectos morales o sociales.

Valore la escuela y su esfuerzo, no sólo en el aspecto de notas o por aprobar, sino como medio para aprender para la vida.

Valore en su hijo/a la idea del compromiso.

Anime a su hijo al pacto y la reflexión sobre: horarios, actividades, paga, regalos, tiempo de TV, ocio...

Debemos estar atentos a los cambios bruscos. Todo cambio fuerte tiene una causa.

Haga lo que pueda por su hijo/a, el esfuerzo y el cariño siempre tiene recompensa.

Permita a su hijo equivocarse y rectificar. Evite sentirse decepcionado/a ante el primer fracaso.

Piensen que son ustedes un buen padre y una buena madre, la perfección no existe.

EN LOS ESTUDIOS:

Procure que su hijo/a lleve una vida ordenada y descanse el tiempo necesario. Aconséjele sobre la planificación en los estudios. Antes de buscar ayuda para su hijo/a en los estudios analice si se esfuerza lo suficiente y valore sus problemas concretos.

Ofrézcale su colaboración, pero no haga nada que él pueda hacer sólo.

Motívele elogiando sus esfuerzos, valorando sus cualidades personales (todos tenemos alguna) y aceptando sin desánimo sus limitaciones. Propóngale metas y esfuerzos realistas.

No oculte información al tutor/a . Analice la información que le dan.

Trate a cada hijo con iguales normas, pero valorando sus diferentes formas de ser.

No compare a sus hijo/a con otras personas o familiares.

Preocúpese por él/ella como persona, no sólo como estudiante.

Critique o corrija sus fallos (lo concreto), pero nunca su persona (por ejemplo “eres un desastre”).

Evite proyectar sobre sus hijos sus éxitos o fracasos vitales.

Oriéntele, pero evite imponerse en las opciones académicas de su hijo/a.

Tenga una visión positiva de la vida, las personas y de su hijo/a.

ORIENTACIONES...UNA PRIMERA ENTREGA

RELACIÓN PADRES – HIJOS.

Las orientaciones que desde la familia se debieran seguir de cara a facilitar el desarrollo y mejora de la personalidad y de la conducta de nuestros hijos, podrían ser:

· Demostrar y manifestar cariño de forma real, incluso y si llega el caso a través del contacto físico.

· Hacer notar al niño, no sólo con gestos, sino también con palabras, lo bien que nos sentimos con él.

· Elogiar de forma correcta: concreta y creíble y no de forma general y cáustica. No insistir en las descalificaciones continuas. Tender especialmente a realzar de forma muy expresiva y manifiesta las conductas positivas que tenga por mínimas que sean y a ignorar, que no consentir, las conductas negativas.

· Actuar más por hechos y acciones que por palabras; las retóricas, discursos… suelen ser de poca utilidad, los niños se acostumbran a ellos y son ineficaces y contraproducentes.

· Los silencios con cara de seriedad pueden ser mucho más efectivos que palabras a destiempo.

· Mantener por nuestra parte siempre una actitud serena, tranquila y de dominio permanente de la situación, no nos dejar desquiciar por las conductas del niño. La autoridad debe estar siempre en los padres.

· Ser dialogantes y tolerantes, pero no consentidores, con la misma serenidad y amabilidad con que la que le premiamos, también con esa misma serenidad y contundencia se les puede y se les debe sancionar; deben acostumbrarse a y saber que siempre deben cumplir las normas.

· Los castigos han de ser cortos y realistas y deben cumplirse con rigor, no deben ser perdonados por personas ajenas a las que lo impusieron y deben aplicarse de forma inmediata a producirse la acción negativa. La aplicación no debe diferirse en el tiempo.

· El castigo debe ser el último recurso a emplear y no se debe abusar de él pues pierde la posible eficacia que pueda tener.

· Ser coherente y sistemáticos en la aplicación de refuerzos sobre todo cuando son positivos y por tanto contingentes a conductas deseadas. De cualquier forma siempre es conveniente que el niño conozca con claridad las consecuencias de su conducta, ya sea ésta positiva o negativa. Las normas ha cumplir han de ser claras, sencillas y conocidas en todo momento.

· No debe haber arbitrariedad en la aplicación de las normas. Ser ponderados siempre en la aplicación tanto de premios como de castigos, no dejarlo al estado de ánimo que tengamos en cada momento.
· Compartir sentimientos con el niño, ya sean positivos o negativos, así se evitará que se sientan culpables de los posibles sentimientos negativos de los padres.

· Saber escuchar y no utilizar juicios previos, escuchar las razones de los niños. Consensuar y hacerles partícipes de la elaboración de las normas y de las decisiones que haya que tomar.

· Fomentar y apoyar que el niño exprese ideas propias y que no necesariamente tienen porque ser coincidentes con las de los mayores y más en concreto con las de la familia. En general potenciar el comportamiento autónomo, aunque responsable, en cualquier ámbito.

· Hacer notar las habilidades y aptitudes específicas de los niños y especialmente de aquellas en las que más brillan.

· Reforzar siempre la creatividad y las iniciativas positivas propias que puedan tener, aunque nos parezca que todavía son pequeños.

· Exigir siempre las responsabilidades que son propias de cada edad, evitando caer tanto en el sobreproteccionismo como en las exigencias exageradas. Evitar asimismo expectativas propias de otra época: "Es que antes, a esa edad…". Debemos intentar que desde pequeños vayan cumpliendo todas las pequeñas rutinas y hábitos propios de cada edad (vestirse, desvestirse, alimentación, higiene, relación, lenguaje…).

· Estimular en el niño la responsabilidad personal y la toma de decisiones en todos los ámbitos (vestido, amigos, juegos y ocio…).

· Instarles desde pequeños a que se organicen y planifiquen todas las cosas que son de su incumbencia: habitación, lugar de estudio, material escolar, tiempos de estudio, actividades extraescolares…

· Conocer las reglas del hogar con claridad, sin ambigüedades; normas claras, asequibles y dentro de lo posible consensuadas por todos. Asimismo aplicarlas y cumplirlas todos por igual. No sirve lo de "Haz lo que digo, no lo que hago". Al contrario, los padres son los "modelos" en los que se ven los hijos para imitar y adquirir nuevas conductas. El niño debe tener muy claro siempre las conductas que son esperables de él.

· Dialogar y conversar como práctica habitual con los niños; no dejar de contestar ninguna pregunta por inadecuada que nos parezca ni tampoco utilizar evasiones como: "Aún eres pequeño para entenderlo...", "esto son cosas de mayores...", “no tengo tiempo para tonterías.”

· Respetar y aceptar el perfil caracterial del niño, ayudarle a que se acepte a sí mismo, tanto física como psicológicamente, intentar cambiar y mejorar aspectos y actitudes concretas pero no intentar que se acabe pareciendo a nadie.

· Desde el ámbito familiar intervenir tanto el padre como la madre en la educación integral del niño; ésta no es competencia en exclusiva ni prioritaria de ninguno de los dos, sino que debe ser objetivo común de ambos.

· Ayudar al niño a superar los sentimientos y autopercepciones negativas.


Respecto al ámbito académico las consideraciones a tener en cuanta por parte de los padres podrían ser:

· Preocuparse por los temas escolares. Hablar con el niño de sus progresos, dificultades e inquietudes escolares. Debe percibir interés real de los padres por lo escolar y que, por tanto, valoran en su justa medida no sólo los resultados sino también el esfuerzo y la dedicación.

· Ayudarle en la resolución de las tareas y deberes.

· Facilitar que el lugar y hábitos de estudio sean los adecuados.

· Revisar e interesarse regularmente por los materiales y trabajos que se hacen en el colegio. Valorarlos adecuadamente.

· No descalificar al profesor delante del alumno; en caso de conflicto escuchar a todas las partes intentando solucionarlo de forma positiva sin tener que llegar a descalificaciones.

· Visitar al tutor con regularidad para interesarnos por la marcha escolar del niño; será una forma de que éste perciba que se valora realmente todo el trabajo escolar.

· Evitar comparaciones del niño con hermanos, amigos, compañeros, etc., sobre todo si son comparaciones negativas y pueden afectar a la autoestima académica y personal del niño.