REFLEXIONES SOBRE EDUCACIÓN por Ernesto

jueves, diciembre 28, 2006

Frente a los “Rebeldes sin causa”

Desde el mismo momento en que un niño se transforma en un adolescente, seguramente se convertirá en un “rebelde sin causa”. En esta nota, algunas claves para prevenir esta situación, o para saber como enfrentarla cuando ya es demasiado tarde…
La mayoría de los adolescentes, en una cierta etapa de sus vidas, desafiarán abiertamente los consejos y jerarquía de sus padres, así como de otras figuras de autoridad. Algunos chicos, necesitarán de una asistencia terapéutica, para poder encontrar las raíces que los hacen mantener una actitud hostil con el resto del mundo, pero en la mayoría de los casos, bastará con que los padres sepan amoldarse a los nuevos tiempos, anticipándose a los cambios cuando su hijo todavía es un niño, o bien cambiando radicalmente su actitud cuando estos ya comienzan a exhibir un comportamiento muy diferente al habitual.
La clave para enfrentarse a este tipo de adolescentes rebeldes, será evitar la confrontación, ser paciente, y reconocer que usted ya tiene un hijo adolescente… El punto más importante para recordar, es que la mayoría de los adolescentes finalmente atravesarán esta fase y volverán a ser personas racionales y sensatas en su forma de actuar.
La principal razón de las actitudes de rebeldía que muestran muchos adolescentes, es por el hecho de que estos chicos necesitan demostrar que ya han dejado la niñez y que nada es para ellos como antes, con lo que creen que encontrarán así su lugar en el mundo adulto, un espacio dónde piensan que se encuentra la mejor parte de las cosas.
Pero como niños que aún son, los adolescentes no podrán conocer los límites de su comportamiento sin primero explorar los bordes. Nadie nace con un sentido natural de lo correcto y lo incorrecto, sino que aprendemos mediante el ensayo y el error, a medida que maduramos. En consecuencia, la mayoría de los adolescentes solo necesitarán de esta etapa de sus vidas para aprender todas las lecciones que la misma les enseñará, y encontrar así su lugar y comportamiento adecuado.
Pero… ¿Por qué esto siempre parece darse en los adolescentes y no en los niños más chicos? Esto es así porque los adolescentes están aprendiendo a ser adultos, no niños, pues ellos ya saben como ser niños. Pero claro, los adultos tienen mucha más libertad que los niños, aunque también entienden, -a menudo mediante amargas experiencias-, que la libertad también implica responsabilidades y enfrentamiento con el mundo real. A los más chicos, los padres los protegen del mundo real, pero los adolescentes no pueden estar siempre, ni necesariamente desear, siendo protegidos contra este mundo real exterior.
Enfrentarse con los hijos adolescentes casi nunca funciona, sino que solo les otorga una oportunidad para probar su voluntad y fuerza. Hablar armoniosa y adecuadamente sobre sus nuevos comportamientos, siempre funcionará mejor, aunque no necesariamente servirá con todos. Al hablar del comportamiento con su hijo adolescente, hable del comportamiento en general, y no de su comportamiento en un cierto detalle, para que ellos pueden ser lo más objetivos posible, y no sientan la necesidad de proteger su postura.
Pero, cuando saque a la luz este tipo de temas con los adolescentes, esté preparada con argumentos en la manga para entrar en la discusión, pues seguramente ellos le retrucarán cada punto que usted les cite; recuerde, ellos no tienen los años de experiencia que usted ha acumulado para llegar a esa sabiduría, por lo qué debe saber que nunca podrán mantener una discusión simétrica con su persona. Por eso, no solo imparta su sabiduría de manera expresa y directa, sino también hágales preguntas que los conduzcan a ellos a lograr su propia sabiduría.
Otro aspecto a tener en cuenta al manejar la rebelión adolescente, es el daño que todos en la familia podrían sufrir a raíz de las discusiones. Al ocuparse de un determinado comportamiento, piense cuan realmente importante es ese punto. ¿Es un pelo teñido de naranja o un atuendo totalmente negro, un ítem verdaderamente importante, que justifique iniciar una discusión con el adolescente? ¿Quién es él que sale beneficiado de esta discusión? Puede ser algo embarazoso caminar en la calle junto a él, ¿pero es realmente dañino? La misma sociedad será la que, tarde o temprano, le mostrará las conveniencias de cambiar de “modista y estilista” en su próxima visita a la tienda de ropas y peluquería (y tal vez también le quite la rebelión, ¿recuerda lo de Sansón y el pelo largo?) o directamente le hará la vida lo suficientemente difícil (por ejemplo, mediante a imposibilidad de conseguir un trabajo, y así independencia), como para que el adolescente desee cambiar.
Si, por otra parte, el adolescente está demostrando un comportando peligroso, para sí mismos o para los demás, entonces sí será necesario tomar una cierta clase de acción, pero, en lo posible, no de confrontación.
La paciencia con los adolescentes tal vez sea algo difícil de conseguir, pero sin dudas es vital. Al igual que el perdón. Los padres necesitan ser firmes pero justos con los adolescentes rebeldes. La clave es tratarlos como adultos, pero a la vez protegerlos como cuando eran niños, y estar allí cuando ellos necesiten de nosotros.
Los padres necesitarán a veces explicarle a su hijo adolescente que ellos (los padres) le demandarán un comportamiento adulto, pero que están dispuestos a ayudarles a lograrlo, supervisándolos y perdonándolos cuando lo crean necesarios. Si les da permiso para que ellos se manejarse como adultos al enfrentarse con usted, esto también significará que podrá exigirles y demandarles ese mismo comportamiento adulto cuando se trate del dinero, del cuidado del hogar, de las responsabilidades frente a los demás, etc.
Será en ese momento cuando entenderán que aún deben contar con su sabiduría y experiencia. Lecciones sutiles como esas, podrán tomar tiempo, pero casi seguro que funcionarán. Por el contrario, gritar y hacer escenas de película, solo les enseñará a manejarse de la misma manera, y difícilmente internalizarán la lección. Recuerde que el verdadero aprendizaje, no se logra oyendo gritar a alguien, sino en cada minuto de la vida misma.
Los adolescentes están en una edad en donde el mundo ya no les parece ser tan grande como antes, y de hecho algunas personas que en algún momento les resultaron modelos o ídolos, hoy en día pueden resultarles absolutamente pequeña e insignificante. Con respecto a los padres, los adolescentes tampoco responderán a sus amenazas de la misma manera en que podían llegar a hacerlo cuando eran niños pequeños.
Y es justamente en relación a esto que la mayoría de los padres suelen a menudo complicarse en el trato con su hijo adolescente. Estamos hablando, sobre todo, de su lentitud para responder al nuevo contexto, sin admitir que los mecanismos utilizados en el pasado pueden ya no funcionar más.
En efecto, los adolescentes suelen cambiar más rápidamente que sus propios padres, por lo que el conflicto simplemente puede surgir porque el padre no acepta que ya no está tratando ni hablando más con un niño grande, sino con un adulto joven. Esté, entonces, preparado para estos cambios cuando su hijo se vaya acercando a su etapa adolescente, tratando de no esperar hasta que el mimos llegue definitivamente allí.